Felipe VI y sus truhanes (PP, PSOE y Cs, y también Unidos Podemos), al grito de “España una” y “salvemos la monarquia”, e instalados en la impostura política están escribiendo algunas de las páginas más sucias de la historia política de España desde 1978.
El brazo ejecutor:
Como en España siempre hay un roto para un descosido, pese
al recurso de la asociación de Jueces y Juezas para la Democracia, desestimado en
2017, en 2016 se nombró al juez Llarena magistrado del Tribunal Supremo.
El polémico e
impresentable juez Llarena , al servicio del gobierno y sin sentido del
ridículo (Montesquieu no se estudiaba en la fábrica de asnos –universidad
española- de Valladolid), ha ordenado el ingreso en prisión provisional sin
fianza del candidato a la presidencia de la Generalitat Jordi Turull, y Josep
Rull, Raul Romeva, Dolors Bassa y Carme Forcadell, además de dictar orden de
detención internacional contra Marta Rovira.
Su falta de comprensión lectora sólo es comparable a su
empecinamiento en reinventar el delito de rebelión, convertido en excusa para encarcelar
a los enemigos políticos de la anacrónica y franquista monarquía borbónica.
Ya son 25 los políticos independentistas procesados por el
juez Llarena y la represión política se extiende.
Y esto ha sucedido el mismo día que el comité de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas emitía una resolución instando al gobierno
español para garantizar los derechos políticos de Jordi Sànchez.
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