¡ALBRICIAS!
ESPAÑA SE ROMPE
Como anarquistas sabemos que las urnas no son el camino a la felicidad, y
que las cosas sólo podrán cambiar radicalmente con cultura para todxs y lucha
armada, pero tenemos que agradecer a lxs catalanxs en general y a sus políticxs en
particular, sin que sirva de precedente, el paso histórico del día 1 de octubre
y su referéndum sobre la independencia de Cataluña, previo a la proclamación de
la república catalana.
España
al fin se rompe, y lxs anarquistas no podemos alegrarnos más de ver por fin
cumplida una de nuestras más queridas aspiraciones, si bien enemigxs de todas
las fronteras y banderas, reconocemos las reivindicaciones de los pueblos
oprimidos como propias, y Cataluña hace mucho decidió el camino de la
construcción nacional frente a la España una, grande y libre, y su heredera
ideológica de la Transición.
Lxs que hablan de Historia compartida, se olvidan de que esta lo fue a la fuerza, y
que consecuencia de ello, Barcelona fue bombardeada a lo bestia sucesivamente
en 1640 para sofocar la revuelta campesina “dels Segadors”, en 1704, 1705 y
1714 durante la Guerra de Sucesión, en 1842 por orden del general Espartero, en
1843 por orden del general Prim, en 1909 para reprimir a la población durante
la llamada Semana Trágica, amén de la guerra civil (1936-39), especialmente en
1938 por la aviación franquista, la italiana y la Legión Condor.
El
referéndum es la expresión y respuesta a siglos de imposiciones desde Madrid, desde
antes de la Guerra de Sucesión hasta hoy.
Pero
no sólo es la opresión lo que les anima a separarse de España, también es la
idiosincrasia tolerante y cosmopolita de lxs catalanxs que no encaja con la España
casposa (intolerante) y cosmopaleta de Madrid y Manolo el del Bombo, y esto
viene de muy lejos, lxs anarquistas lo sabemos muy bien, a finales del siglo
XIX cuando España era una cueva oscura de caciques rurales y curas fanatizados (en
el fondo nunca ha dejado de serlo), en Cataluña tenía lugar la llamada
Renaixença y Barcelona era conocida como La Perla Negra del Mediterráneo por su
vitalidad anarquista, y este contraste sostenido en el tiempo, por fuerza algún
día tenía o tendrá que explotar.
Haciendo
política ficción, una posibilidad es que el resultado del referéndum no sea
favorable a la independencia, como sucedió en Escocia en 2014, y que todo siga
igual, otra que se prohíba el referéndum, en cuyo caso crecería la adhesión al
independentismo rentabilizando políticamente el victimismo, afianzando el secesionismo un poco más en la sociedad, para
presentarse con más fuerza en el futuro inmediato. Y la tercera posibilidad es
que al día siguiente del 1 de octubre veamos anunciar desde el balcón de la
Generalitat, en la plaza sant Jaume, la proclamación de la república catalana, como
ya hiciera Francesc Macià y luego Lluís Companys, y que en el peor de los casos en 24 horas estén
todos en la cárcel como le pasó a aquel, o que otros sigan el ejemplo, empezando
por Euskadi, y la España periférica acabe por desmembrar el engendro de la
monarquía borbónica, un Estado fallido donde la corrupción política y el
terrorismo de Estado han sido y son la norma desde 1975, igual que lo eran
antes. A partir de ese momento los cambios se sucederían en España, y como
primera consecuencia la capacidad económica e industrial del Estado se vería
gravemente mermada, lo que haría insostenible el régimen corrupto y abriría las
puertas a soluciones alternativas, después de neutralizar los ímpetus bélicos
de la reacción españolista, siempre dispuesta a matar primero y preguntar
después. Pero no hay que confundir los deseos con la realidad. De las tres opciones,
esta última, sin el triste desenlace de 1931 y 1934, sería con mucho la más deseable
para lxs anarquistas, así que toca esperar, cruzar los dedos y confiar en el
“seny” y la madurez de los pueblos, para no repetir la misma historia con los
mismos errores, porque en cualquier caso, pase lo que pase, sobre lo que vaya a
venir después aquí y allá, eso es harina de otro costal, y dependerá de las
fuerzas que se pongan en juego.
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